viernes, 11 de mayo de 2012


Las gracias de un borrico



El pastor, sentado en el declive del valle, miraba a sus ovejas que pastaban. Su perro, el fiel “bat”, estaba a su lado jadeando, pues había corrido alrededor del rebaño, ladrando y juntándolo en un todo, compacto y unido. A la voz de su amo, corría como una exhalación hacia las ovejas, ladrando y corriendo en círculo para que se agruparan. Las mantenía a raya. Sus ladridos eran como clarinazos que ponían a las ovejas, igual que un ejército, organizadas, obedientes, en su sitio.  El pastor se ciño el zurrón, tomo el cayado, dio un silbido y el perro comenzó a dirigir la marcha de las ovejas hacia el corral. La tarde languidecía. Guardó las ovejas en el redil, cerró la puerta y se sentó a la mesa para tomar una sopa de pan con vino. 

Debajo de la mesa el perrito no dejaba de mirarle, inquieto, esperando algún bocado. Por fin le dejó el cuenco plato con la poca sopa para que lo terminara. “Bat” saltaba de alegría junto a su amo. A un lado de la estancia, estaba un burrito que comía un puñado de cebada y meneaba la cola feliz.

En esto, el perrito dio un brinco y se puso de patas sobre la mesa, erguido, con las manos dobladas graciosamente delante del pecho y saltando graciosamente ante su dueño que sonreía, contento, mientras sorbía en un escudilla,  un poco de vino, rojo como la sangre. El perrito seguía con sus monerías: saltaba, daba brincos, aullaba y realizaba volteretas cada cual más divertidas.

El burrito, un tanto sorprendido de la pericia del “bat”, deseaba también demostrar sus habilidades. Corrió hacia donde estaba el pastor, dio un brinco… y cayó sobre la mesa que cedió con gran estrépito ante el peso del animal, destrozándola en mil pedazos.
No basta la buena intención de agradar. Hay que demostrarlo con obras, pero con obras coherentes y eficaces.

Las gracias del burrito sobre la mesa, no eran adecuadas ni convenientes. Los payasos del circo –esos hombres maravillosos que hacen reír para que los niños y mayores estén contentos y felices- no hacen “payasadas”, sino que derrochan arte, buen humor y corazón en sus actuaciones.